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   En esta pieza contemplamos el singular desafío entre un Felipe IV putero y melancólico y un Conde Duque de Olivares cuya idea más brillante consiste en subir los impuestos, así como el no menos singular naufragio de un imperio. Aunque sucede en el s. XVII las sucesivas reescrituras de la pieza se han visto irremediablemente infectadas por el presente.

 

     Esta es la historia eterna, contada desde esa periferia que llamamos humor, de una nación encantada de haberse conocido, tan encantada que, sin atisbo de complejo alguno, viene repitiéndose a sí misma al menos desde el s. XVII; una nación tan pobre que nos hace exclamar: “¡Grande como las tumbas, que lo son más a medida que se les quita tierra!”; una nación que, como si fuera una lata de refresco o una compresa, necesita, a falta de algo mejor, hacerse con una marca.

 

 

 

2010 - present

2010 - present

“. . . la culpa fue del cha-cha-cha”

Gabinete Galigari

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